En la entrada anterior Comer con ansiedad y mi hambre emocional, vimos como existen patrones de alimentación que aprendemos desde pequeños, vamos desarrollando una relación particular con la comida a medida que crecemos.
Teniendo en cuenta los aprendizajes que vamos adquiriendo en relación a la alimentación, no nos ha de extreñar nuestra preferencia hacia la comida para expresar emociones: nos reunimos alrededor de la mesa para felicitar, dar la bienvenida, celebrar un logro, festejar. ¿Te has dado cuenta que aunque la cantidad de comida disponible sea la misma, al estar emocionalmente en equilibrio ingieres menos comida que cuando sientes, nervios, tensión, angustia, estrés o enfado? de hecho cuando no estás en equilibrio pueden suceder dos cosas: puedes comer sin control o desaparece tu apetito.
Claramente tus emociones alteran tu necesidad de ingesta, bien porque la aumenta o la anula. La psicoterapeuta Doreen Virtue propone cuatro emociones primarias que subyacen a la glotonería emocional, es decir, si existe algún tipo de desorden con tu ingesta de comida, alguna de estas 4 emociones está generando esa condición.
¿En cuál de éstas emociones te reconoces?
– Vergüenza: Auto inculpación, baja autoestima, autodesprecio, carencia de confianza en los propios recursos y competencia, creencia de no ser una persona digna de afecto, sentirse inferior a los demás, sentir que no se es merecedor de ningún bien.
– Miedo: Inseguridad, miedo generalizado, temor al abandono, miedos existenciales, problemas de control, miedos sexuales, preocupación, ansiedad, depresión, temor a la intimidad.
– Tensión: Estrés, frustración, rabias pasadas convertidas en amargura o resentimiento, celos, impaciencia, sobrecarga de trabajo sin el suficiente ocio.
– Rabia: Hacia otra persona, por la injusticia en general, hacia sí mismo, por sentirse traicionado, por sentirse infravalorado, por sufrir abusos.
Comer para apagar las emociones
Cuando tengas ganas de comer algo sin hambre, puedes preguntarte ¿qué es lo que voy a hacer? Comer…comer y sentirte peor luego…, ó reconocer y liberar la emoción asociada a través de alguna técnica que conozcas y comer después. Si no conoces ninguna estratega o técnica un psicólogo puede ayudarte.
En algunas situaciones es simple cuestión de observación. He tenido personas en consulta que simplemente con dejar de comer en familia (con el estrés que eso les significaba y del que no eran conscientes) han podido al comer a solas, tranquilos, en silencio o escuchando música que les agrada, disminuir sustancialmente la cantidad de comida ingerida, la cantidad de veces que repetían y aumentanddo su consciencia de la sensación de saciedad, todo lo anterior era impensable al comer en familia.
En otras ocasiones he trabajado con personas con dificultades para controlar su ingesta de comida y con algunos kilos de más que resuelven sus conflictos respecto a sus relaciones de pareja o con los padres/madres de sus hijos y sin darse cuenta empiezan a comer menos y a bajar de peso sin hacer ningún tipo de dieta. Cuando no recibes el afecto que necesitas lo sustituyes, si ya no necesitas ese afecto, si dejas de esperar, o si empiezas a recibirlo, dejas de necesitar el sustituto.
La dificultad que encierra el comer emocionalmente (aparte de las cuestiones de salud) es que, en cuanto acaba el placer de comer, las emociones que lo desencadenan reaparecen, sintiéndote peor por haberte comido la cantidad o el tipo de alimento que has ingerido.
En relación al tipo de alimento que se nos antoja comer de manera descontrolada o permanente, Doreen Virtue en su libro Constant Craving (1999) propone algunas relaciones entre el alimento en cuestión y la necesidad asociada a éste.
Chocolate: tienes una gran necesidad de sentir amor, de dar y recibir amor, para darlo primero has tenido que recibirlo.
Lácteos (leche, quesos, yogurt, bebidas lácteas): sientes tristeza y una profunda, pero inconsciente, sensación de abandono, has crecido añorando cuidados maternales.
Snacks salados: sientes estrés, ira y ansiedad y no has podido expresarlas.
Comida picante: buscas intensidad y acción en tu vida.
Nueces y cacahuete (maní): añoras tener más diversión, necesitas de más risas y alegría.
Pan, arroz, pasta: necesitas sentir consuelo y calma.
Dulces: sientes una carencia de recibir palabras de ánimo y reconocimiento.
Galletas y tartas: anhelas abrazos, placer y tranquilidad.
Comida rica en grasa: la necesitas para llenar un vacío.
Algunas pautas
- Observa qué emociones aparecen justo antes de sentir la necesidad de comer determinados alimentos, por ahora seguro es muy automático e inconsciente, pero a medida que observes te darás cuenta mucho más fácilmente.
- ¿Qué necesidad existe detrás de esa emoción que detona la necesidad de comer? ¿No puedes poner límites a otros, sientes estrés al momento de comer, te sientes en soledad a pesar de comer en familia o por el contrario no tienes con quien comer y eso te angustia?
- Escribe esas sensaciones diariamente y observa los patrones. Si ya sabes lo que haces que te causa daño, haz algo diferente.
- Busca llevar a cabo acciones que te permitan cambiar tu foco de atención de la comida cuando la necesidad de ingesta aparece sin tener hambre: escucha música, llama a alguien para hablar, sal a caminar.
- Evita pasar períodos de ayuno de más de 3 horas durante el día. Entre horas come fruta, toma un zumo, una barra de cereales, un yogurt, de manera que no llegues a tu casa en la noche con un hambre atroz, si no comes entre horas es muy fácil comer en exceso y con prisa, ambos factores aumentan la cantidad de comida ingerida innecesariamente.
- En lugar de comer inmediatamente llegas a tu casa, tómate unos minutos para hacer la transición de una parte del día a otra. Revisa las cosas que te han ocurrido ese día. Admite cómo te has sentido: ¿contento/a? ¿agradecido/a? ¿entusiasmado/a? ¿enfadado/a? ¿preocupado/a? ¿celoso/a? ¿excluido/a?.
- Al comer practica mindfulness. Come con atención, no veas la tele mientras comes, respira con conciencia al comer, saborea cada alimento, disfruta su textura. Está comprobado que cuando más lentamente comemos más rápido llega al cerebro la sensación de saciedad.
En la siguiente entrada, Comida emocional y las comidas que sientan mal, veremos además algunas pautas sobre comidas familiares, inapetencia e intolerancias alimentarias.
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