Sentir ansiedad hace parte de la vida, es uno de los mecanismos con los que has sido dotado como sistema de alarma para darte cuenta que algo anda mal. Desde ese punto de vista es incluso útil.
A diferencia del miedo, que aparece cuando te sientes en peligro, cuando de repente te ves enfrentado a una situación inesperada y en la que te sientes inseguro; la ansiedad es un estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad ante situaciones que imaginas van a suceder, es decir, es producto de la anticipación.
Si bien la anticipación y la ansiedad que ésta provoca te permite prepararte para esos eventos que proyectas como peligrosos o inciertos, sin embargo la ansiedad pasa de ser una herramienta adaptativa a un trastorno cuando la duración, la intensidad y la frecuencia de aparición están claramente aumentadas.
Por ejemplo, te llaman a una entrevista de trabajo, una vez cuelgas el teléfono empiezas a imaginar todos los panoramas posibles (anticipación), empiezas a sentir ansiedad ante la situación y ésta se expresa en sensaciones como: Inquietud, agobio, sensación de vacío, temor a perder el control, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones, impulsividad, dificultad para estar en reposo, preocupación excesiva, expectativas negativas, irritabilidad.
No obstante, si tu ansiedad es la normal ante este tipo de situaciones, ensayas mentalmente un par de respuestas, decides que ropa llevar para estar bien presentado, buscas la dirección del sitio de la entrevista para no perderte en el camino y le hablas del tema a algún familiar o amigo, sentirás como la ansiedad se reduce considerablemente, es probable que no desaparezca completamente porque la ansiedad te ayuda a estar alerta y esa es una ventaja.
Sin embargo, si la duración, intensidad y frecuencia de tus síntomas incrementan, no logras hacer nada, no logras tener visualizaciones positivas de la situación, no te sientes en control, es probable que estés teniendo dificultades para gestionar tu ansiedad.
Por desgracia, quienes no logran gestionar su ansiedad son a menudo incomprendidos y para quienes están a su lado puede ser difícil saber qué decirles. Los siguientes son expresiones que nunca se debe decir a alguien que está luchando con un trastorno de ansiedad.
1. Sé cómo te sientes.
Esta declaración sólo es útil si has experimentado personalmente un trastorno de ansiedad. Un trastorno de ansiedad puede consumir por completo la vida de una persona y puede convertirse en una lucha diaria. El hecho de que hayas tenido ansiedad ante un viaje o un examen no significa que puedas comprender lo que alguien que está luchando con un trastorno de ansiedad está experimentando. Sin embargo, a pesar de que nunca podrás saber exactamente lo que está sintiendo esa persona, tu compañía puede ser de gran ayuda. Podrías ayudarle siendo empático al decirle, por ejemplo, que si bien no puedes entender o imaginar por lo que está pasando, estás ahí para acompañarlo y para darle tu ayuda.
2. ¿Qué te preocupa si realmente no es un gran problema?
Si a la persona que tiene ansiedad le preocupa el tema, para ella es un problema. ¿Quienes somos tu o yo para decidir si un tema es importante para alguien más? Preocuparse por un tema en particular no es una opción, incluso algunas personas reconocen lo ilógico o irracional de sus preocupaciones pero aún así la sensación de temor, descontrol y agobio aparecen y no se pueden controlar. Como dice el escritor Kady Morrison «una de las cosas más frustrantes de tener un trastorno de ansiedad, es que sabiendo que te estás volviendo loco, no hay razón para estar asustado pero careces de la capacidad de apagar la emoción». Entonces en lugar de expresar tus opiniones sobre los miedos o la fuente de ansiedad, escucha sus preocupaciones de manera compasiva y empática.
3. Necesitas calmarte.
Decirle a alguien con un trastorno de ansiedad «necesitas calmarte», es similar a decirle a alguien con alergia «dejar de estornudar». Los trastornos mentales y del comportamiento no son una opción. Nadie elegiría sentir los niveles de ansiedad paralizante que se pueden llegar a sentir en uno de estos trastornos, si la persona fuese capaz de controlar su ansiedad, realmente lo harían. Decirle a alguien que «se calme» es invalidar la lucha que sostiene con su condición, es insinuarle que prefiere tener un trastorno que calmarse. En lugar de ésto, pregúntale qué es lo que puedes hacer para que esa persona se sienta apoyada, el momento más indicado para hacerlo es cuando está relajada y no cuando esté en medio de una de sus crisis de ansiedad.
4. Tienes razón, eso podría suceder.
Trata de evitar decir cualquier cosa que pueda aumentar su miedo. Por ejemplo, si tienes un amigo con fobia a volar, lo que menos le ayuda es contarle con detalles o siquiera mencionar el terrible accidente aéreo que acabas de ver en internet. Ésto puede parecer obvio, pero por desgracia este tipo de cosas ocurren. Lo que si puede ayudarle a tu amigo es que valides sus sentimiento, validarlos no significa que estás de acuerdo con ellos, es simplemente que se de cuenta que has comprendido lo que siente diciéndole por ejemplo: «Parece que la idea de ir a la fiesta te hace sentir ansioso. Parece que esto es realmente molesto para tí «.
Lo que menos necesitan las personas que atraviesan un trastorno de ansiedad es que las juzguen o que invalides sus emociones y sentimientos, es por ello que muchas de éstas personas optan por callarse sus síntomas o por no pedir ayudar profesional. Sin embargo, cuando desde la compasión los acompañas puedes darle el impulso que necesitan para buscar ayuda y salir del agujero en el que sienten que se encuentran.
¿Has tenido alguna vez ataques de ansiedad? ¿Qué te ayudó a salir de allí? ¿Qué puedes compartir a quienes aún no logran hacerlo?
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