Cuando hablamos de nuestra capacidad de transformar nuestros estados de ánimo negativos en unos más positivos y que nos abran posibilidades en nuestra vida en distintos dominios, aparece un factor esencial y es la fortaleza emocional. Hoy quiero hablarte de tus hábitos y su relación con tu fortaleza emocional.
¿Qué es la fortaleza emocional?
Desde la perspectiva de Fernando Flores, que es desde la que les he compartido esta nueva comprensión de los estados de ánimo, la fortaleza emocional* es la condición que te permite navegar por las situaciones que se te presentan en el día a día con confianza en tus habilidades y capacidades, reconociendo el valor que somos y traemos para el mundo, a través del respeto a nosotros mismos y a los otros y la capacidad de estar atentos a lo que pasa a nuestro alrededor para dar respuestas efectivas, oportunas y valiosas en las situaciones en las que nos vemos envueltos.
Ahora bien, la fortaleza emocional es una condición o cualidad que puedes cultivar, hacer crecer en ti y que cada vez sea mayor su efecto y presencia en cada acción y decisión que tomas.
Transformando tus hábitos aumenta tu fortaleza emocional
En la medida en que transformas tus hábitos vas a ir fortaleciendo tu capacidad de responder ante las situaciones inesperadas, imprevistas, que ponen a prueba tu fortaleza emocional.
Los hábitos son maneras comunes, frecuentes de pensar, conversar, actuar incluso de sentir y responder emocionalmente. Algunas de las respuestas más habituales, como puede ser decir SI a todo lo que te piden, es un hábito. Y como tal puedes transformarlo porque no es un mandato, una norma, una ley, una condición para tu existencia, aunque te parezca lo contrario.
Incluso decir siempre que SI o dicho de otra forma, no saber decir NO, son maneras a las que te has acostumbrado y como tal puedes empezar a cultivas maneras, hábitos nuevos que sean más satisfactorios.
Al transformar tus hábitos, desarrollas habilidades que te permiten responder de manera más efectiva, con confianza, auto-respeto y consideración con el otro, viendo posibilidades y alternativas de solución a todas las situaciones retadoras que te presenta la cotidianidad.
Identifica tus hábitos más frecuentes
La transformación y el cultivo de tu fortaleza emocional inician cuando puedes identificar y cambiar tus hábitos más arraigados de pensamiento, conducta o respuesta emocional.
En los hábitos existen dos claves básicas: primero se repiten de manera rutinaria, es decir, aparecen con cierta frecuencia, y segundo, son automáticos. No tienes que pensar, básicamente actúas. En tu cerebro los hábitos son una red de conexiones neuronales por eso ya no tienes que hacer esfuerzo o gastar energía en llevarlos a cabo, porque se dan de manera automática.
¿Cuáles son los hábitos que tienes que más te incomodan? Verdad que no es tan rápido identificarlos. Porque nos son transparentes.
¿Cómo reconocerlos? Observa cómo te sientes habitualmente. Cuando no te sientes a gusto después de una acción, de una respuesta típica que acostumbras a dar o después de estar pensando por un rato sobre algo de manera tóxica puedes identificar tus hábitos menos saludables.
Decir siempre Si incluso sin desearlo, mentir para no afrontar situaciones difíciles, evitar conversaciones incómodas, anticiparte poniéndote siempre en la peor situación y asumiendo intenciones en los demás son hábitos que frecuentemente causan dolor.
Tus hábitos están relacionados con tu historia. Muchos de tus hábitos más arraigados vienen de un momentos de tu vida en el que ese comportamiento, esa manera de pensar o ese tipo de respuesta emocional te funcionó, fue valorado o te ayudó a obtener algo que necesitabas. Ahora bien, tu historia está viva y puedes actualizarla constantemente. Si ya no es funcional, ese hábito necesita desaparecer.
Tus estados de ánimo también son hábitos
Tienes el hábito de desconfiar de todo lo que te dicen y ante un “qué bien te veo” piensas, “qué querrá, algo me va a pedir”. O si escuchas, “que bien ha quedado el trabajo que has hecho” y tu piensas “no dice la verdad, lo dice por quedar bien”. Y no es algo que reflexiones antes de reaccionar. Un hábito es lo que haces, sientes, piensas sin más, simplemente pasa porque se ha convertido en tu manera frecuente de hacerlo, se vuelve automático.
Estados de ánimo, como la desconfianza también se convierten en hábitos. Los estados de ánimo no los eliges, te toman. Se apoderan de ti. Puedes estar permanentemente en un estado de ánimo negativo (resignación, aburrimiento, agobio, frustración, incertidumbre) y no darte cuenta. Te acostumbras a estar en ese estado de ánimo y se vuelve transparente para ti. Y la consecuencia más grave es que todo lo que se presenta en la vida lo vas a interpretar desde ese estado de ánimo improductivo y limitante.
En la próxima entrada te hablaré de tus estados de ánimo y en qué se fundamentan para que de esta manera puedas empezar a ser consciente de tus estados de ánimo más habituales.
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* Puedes ampliar tus conocimientos al respecto en Aprender a Aprender y la Navegación de los Estados de ánimo. Gloria Flores.
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