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¿Por qué digo sí cuando quiero decir que no?

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Dices NO cuando realmente quieres decir que no? Es probable que la respuesta sea negativa o no la tienes muy clara. ¿Crees que haces sólo lo que quieres? O bien estás dentro de ese mínimo porcentaje de personas que realmente son coherentes o has perdido la conciencia de tu necesidad de decir que NO cuando así lo sientes.

Si eres del grupo de personas coherentes que dicen NO cuando sientes que necesitas decir que NO, debes ser una persona muy saludable, que piensa en sí misma, que no tiene estrés, no sabes lo que es la angustia o la depresión, reconoces tus emociones, sabes exactamente lo que sientes en cada momento y en consecuencia actuás, así que realmente te felicito.

Si por el contrario, con cierta frecuencia sueles sentir agobio, ansiedad, frustración, impotencia, enfado contigo mismo/a, miedo a lo que los demás puedan pensar o decir, temor a que te dejen de apreciar, valorar o tener en cuenta, es probable que no digas NO cuando lo necesitas.

¿Cómo he llegado a decir que si cuando quiero decir que NO?

Con frecuencia se educa para ser servir y ser agradables y amables con los demás y, en muchas ocasiones, estas convenciones sociales hacen que te olvides de tí mismo, de tus necesidades e intereses. No aprendiste a encontrar un equilibrio entre lo que te piden y lo que necesitas.

Esta tendencia a privilegiar las necesidades o demandas de los otros ha ido aumentando a medida que creces y creas vínculos con personas de los cuales sientes que dependes de alguna manera como tu pareja, tus compañeros de trabajo, tus amigos, tus hijos.

Tu incapacidad de decir que no va aumentando, creando a tu alrededor situaciones molestas por el simple hecho de no poner límites. Por ejemplo, una amiga que se queda con tus cosas más tiempo de lo acordado y no te atreves a pedírselas por temor a perder su amistad, una persona no te devuelve dinero que te debe y no le dices nada, alguien que te pide hacer algo que no quieres o no puedes y te sientes mal por si no lo complaces, olvidándote de ti mismo/a, de tus necesidades, dejando de lado la persona más importante: Tú.

¿Qué me lleva a continuar diciendo que si cuando quiero decir que no?

Existen diferentes creencias que bloquean la habilidad de satisfacer nuestras necesidades.

  • Si digo que no, no me van a valorar,

  • si digo que no, se enfadarán,

  • si digo que no, no me van a querer,

  • si digo que no, no contarán más conmigo,

  • si digo que no, pensarán que no soy bueno/a

O lo que lo mismo,

  • digo que sí para que me quieran,

  • digo que sí para que me valoren,

  • digo que sí para que me incluyan,

  • digo que sí para que me aprecien,

  • digo que sí para que estén felices conmigo o

  • digo que sí simplemente porque es la única manera que siento que sirvo para algo.

Así es como tu necesidad de decir que sí no tiene tanto que ver con tu deseo de ayudar y de ser útil como con tu miedo de perder algo importante como el amor que recibes a cambio de lo que haces, el aprecio por sacrificar tus necesidades, el reconocimiento de tu presencia, el estatus y la imagen que tienen de ti como alguien servicial.

Sin embargo, si todo esto que temes perder realmente existiera, tendrías que esforzarte tanto para que no desaparezca? Qué pasa si hoy dices que NO a tu hijo adolescente que espera a que llegues cansada del trabajo a preparale la cena, a la amiga que no quieres acompañar a sus recados, a la madre que tienes que vivistar todos los días, a tu pareja que quiere salir cuando tu no tienes ganas? ¿dejarán de amarte? ¿Es tan frágil su amor por tí?

¿Digo sí cuando quiero decir que no?

¿Qué me hago a mi mismo/a al decir sí cuando quiero decir que no?

  • Terminas por minar la confianza de los otros en tí porque seguramente dirás que sí aunque sepas que no puedes cumplir, sólo por quedar bien, pero al final incumplirás esa promesa y el otro deja de confiar en tí y finalmente te sentirás fatal por no cumplir.

  • Te traicionas, atentas contra tu propia dignidad porque al ir en contra de tus deseos y necesidades no te respetas. ¿Esperas a caso que otros te respeten cuando tu no lo haces?

  • Cuando te esfuerzas por ser amable en exceso puedes caer en el servilismo y las concesiones inadecuadas, lo que a la larga te llevará en definitiva a deteriorar la calidad de tus relaciones.

  • Cuando no te das la posibilidad de decir que NO, generas resentimientos ocultos hacia las personas que te piden que hagas cosas por ellos. Sientes que siempre das y no recibes, porque dar no compromete al otro a devolver, aún así te quedas esperando y eso aumenta tu decepción, afectando tus relaciones y minándolas poco a poco.

  • Asociado al anterior punto, está también el juicio que se activa en tí al recibir un NO por respuesta, “si me dicen que no es porque no me quieren”, por lo anterior evitarás hacer pedidos, “si no pido, no me expongo a que me digan que no”. Y aunque al final hagas muy pocos pedidos, tu necesidad de recibir un sí será tan alta que de no obtener esa respuesta sentirás frustración y resentimiento.

Ahora dile SI a tus deseos de hacer cosas nuevas, SI a estar con nuevas compañías, SI a desarrollar nuevas destrezas, SI a conocer sitios novedosos, SI a estar contigo mismo/a a solas por unos minutos al día y disfrutarlo. Comprobarás que los demás pueden hacerse cargo de sus vidas.

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