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Más pensamientos tóxicos que te destruyen

Tabla de contenidos

En la entrada anterior Pensamientos tóxicos que te están destruyendo pudiste descubrir dos de los principales pensamientos tóxicos que te vienen destruyendo. En ella te propongo algunos ejercicios y prácticas que te ayudan a descurbrir el daño que éstos pensamientos están generando en tí, en tu autoconfianza y en tu libertad personal.

¿Qué tal te has sentido con los ejercicios? ¿Que hallazgos has realizado? Confío en que los ejercicios que aportan información valiosa y te permiten hacer lo que haces de una manera diferente.

Hoy continuamos con tres de esos pensamientos tan tóxicos y tan habituales.

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3. Para ser feliz es indispensable tener una pareja.

Parece que estar solo es un indicativo de fracaso. Realmente no es sencillo que aprendas a vivir solo, no por lo que implica, sino porque no te han enseñando. Difícilmente se promueve la capacidad de estar consigo mismo. Es probable que te la pases buscando compañía, estar con otros, estar en la calle. Parece que la soledad o el silencio son amenazas. Cuando eres incapaz de vivir contigo mismo, difícilmente podrás hacerlo con otro.

Simplemente reflexiona, si no eres una buena compañía para tí ¿cómo pretendes serlo para otra persona? Cuando aprendas a disfrutar de tí mismo, de tu propia compañía, cuando seas tu mejor opción para pasar un buen rato, sólo a partir de ese momento, serás la mejor opción para alguien más. Por lo pronto, disfruta de tu propia compañía.

A partir de hoy decide realizar una actividad diaria que disfrutes y que obviamente puedas llevar a cabo sin necesitar de alguien más. Los primeros días tal vez sea algo forzado, verás como poco a poco empiezas a disfrutarla y a descubrir a partir de esta rutina, nuevas posibilidades.

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4. Si hoy estoy mal, mañana será igual.

Cuando las cosas no te van bien tienes la tendencia a creer que esa situación no cambiará e incluso empeorará. Sin embargo, cuando disfrutas algo, tienes la tendencia a disfrutarlo al máximo ya que asumes que se acabará, que es pasajero. Es curioso, tienes la tendencia a creer que lo que te produce bienestar es efímero, sin embargo el malestar se queda para no irse.

Esta tendencia no es más que una creencia. Y como creencia guía tus comportamientos. Es decir, si crees que las cosas van mal y tienen la tendencia a ir a peor, sin darte cuenta tomarás las decisiones que son coherentes con esa creencia. Por ejemplo, tienes un mal día y no estás de muy buen humor. Recibes una invitación de un amigo con el que sueles pasártelo bien. Sin embargo como tienes un “mal día” elijes no aceptar su invitación. Salir con ese amigo encierra la posibilidad de pasártelo bien, no obstante elijes quedarte en casa para perpetuar tu malestar. Si ese amigo te llama cuando tienes un “buen día” no te lo piensas dos veces y sales a divertirte. Ahí está la diferencia, no en lo que sucede durante ese día, sino en las decisiones que tomas.

La próxima vez que no tengas un buen día o que te lo estés pasando mal, antes de tomar una decisión reflexiona unos minutos sobre esta pregunta ¿qué haría si tuviera un buen día? La respuesta te dará la solución respecto a lo mejor que puedes hacer en ese momento aunque tu tendencia sea decidir aquello que va a aumentar tu malestar, así de paradógico eres.

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5. Ya no tengo edad para

Parece que hay una edad específica para cada cosa. Este es otro introyecto, es decir, alguien lo dijo y lo has asumido como una gran verdad. Efectivamente hay edades en las que algunos procesos son más rápidos. Aprender por ejemplo es algo que cuando niños se da de una manera exponencial y muy veloz. Aún así tu cerebro tiene la capacidad de aprender hasta el mismo instante en el que estás muriendo.

Obviamente no implica el mismo esfuerzo aprender un segundo idioma cuando tienes 10 años que cuando tienes 50. Lo mismo sucede con aprender a usar el ordenador. La diferencia radica en el nivel de compromiso y esfuerzo que se requiere para conseguir algo y no en la posibilidad de conseguirlo.

El mundo está lleno de ejemplos de personas que rompen tus creencias respecto a la edad y en todos hay una constante: son personas vitales, positivas, alegres, valientes… Y no hacen lo que hacen porque sean vitales y positivas. Son vitales y positivas porque se atreven a hacer cosas diferentes. Solo algunos ejemplos extremos:

Abuela de 89 años que recorre sola el mundo

Empieza a ejercitarse a los 56, a los 80 es fisiculturista

A los 80 años alcanza la cima del Everest

Podría ser interesante que recuerdes aquellos planes que tenías hace unos años y los pongas en marcha. Otra opción es que traigas a la memoria lo que disfrutabas, lo que te hacía reír y lo incorpores de nuevo en tus rutinas. No hay una edad para aprender un oficio, para practicar un deporte en especial, para empezar una relación afectiva o para cerrar con la que ya no te aporta sino que te desgasta.

En la siguiente entrada Elimina tus pensamientos tóxicos verás como transformar los pensamientos tóxicos en otros más nutritivos y saludables.

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