El sonido del despertador, el agua caliente que no termina de salir por la ducha cuando tienes prisa, un chaparrón inesperado que te pilla en plena calle, llegar justo cuando arranca el autobús. Y como estas, cientos de pequeñas situaciones diarias generan en tí expresiones de queja. Sin darte cuenta pierdes tiempo muy valioso durante el día quejándote.
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Porque sí y porque no
Te quejas cuando hay calor y te quejas cuando llueve y hace frío. Te quejas porque no hay nada que te guste para comer y te quejas cuando no sabes que elegir porque todo te gusta. Si nadie te llama o se preocupa de tí te quejas y también cuando no te dejan en paz porque todo el día recibes llamas de tus amigos y familia. Te quejas por todo el trabajo que te dan tus hijos y te quejas porque no sabes de ellos en días o meses. Entonces, realmente que es lo que quieres?
Sólo cuando te centras en lo que si tienes, automáticamente dejas de quejarte. Y casi mágicamente cuando dejas de quejarte te das cuenta que no hay nada bueno ni malo.
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Veremos lo que trae el tiempo
Había una vez un campesino que trabajaba la tierra duramente con su hijo. Un día el hijo le dijo:
-¡Qué mal, papá! Se nos ha ido el caballo.
-Eso no tiene por qué ser malo -respondió el padre. Veremos lo que trae el tiempo…
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
-Papá, ¡qué suerte! Nuestro caballo ha traído otro caballo.
-¿Por qué le llamas suerte hijo? Veamos qué nos trae el tiempo.
En unos cuantos días más, el chico quiso montar el caballo nuevo, pero se encabritó y arrojó al suelo a su jinete. El chico se fracturó una pierna.
-¡Papá, qué desgracia! ¡Me he fracturado la pierna!
El padre, retomando su experiencia y sabiduría, le dijo:
-¿Por qué le llamas desgracia? ¡Veamos lo que trae el tiempo!
El muchacho no se convencía de la respuesta sino que gemía de dolor en su cama. Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
El chico entonces comprendió que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo.
Cuántas veces te comportas en la vida como el chico, quejándote y lamentándote. Anclado en el dolor, en lo que no es, en lo que te deben. Seguro que cúanto más lo haces, más motivos tienes para quejarte y menos tiempo inviertes en descubrir el aprendizaje de cada reto.
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Si te queda estrecho, te vas
Las personas y las situaciones no son buenas ni malas. Las personas y las situaciones que te agradan te aportan felicidad, las situaciones que no te agradan te aportan experiencias y aprendizajes. Los retos son los que te ayudan a crecer.
Crecer es tu tendencia natural y en consecuencia siempre te encontrarás situaciones incómodas que has de cambiar a medida que tu crecimiento se expresa. Este video es una preciosa manera de explicar esta tendencia.
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Mi propio caparazón
¿Qué es lo último que te sucedió y de lo que te quejaste? ¿Qué situación te ha obligado a dejar u viejo caparazón? Si reflexionas sobre la situación puedes encontrar un reto u oportunidad en ello. Esa es mi invitación de hoy.
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