Tengo un problema grave ¿qué puedo hacer? Criterio 1 de Hamer

Como has venido leyendo en las entradas anteriores, según el Dr. Ryke Geerd Hamer uno de los criterios para que se desarrolle una enfermedad grave es que la persona debe haber experimentado un suceso muy serio, grave, en su vida. Este suceso puede ser: estar a punto de morir, la persona o alguien muy importante; la pérdida de alguien o algo muy querido; una noticia devastadora, ser traicionado, tener un problema, entre otros.

El suceso en sí mismo no es lo importante, lo esencial es la manera como cada persona lo experimenta. Tres personas acaban de tener un accidente de coche y cada una lo vive de una manera diferente. La persona Uno vive este suceso con un terrible miedo a la muerte. La persona Dos, experimenta temor a dejar sus hijos sin sustento. La persona Tres lo puede experimentar como una segunda oportunidad para vivir una vida diferente. Cada ser humano es un mundo y cada vivencia es absolutamente subjetiva.

Uno tiene que saber todo esto para descubrir lo que pensaba el paciente en el momento del SDH (Síndrome de Dirk Hamer), porque es en ese instante cuando se establece el sendero por el que cursará la enfermedad. Este sendero pinta un cuadro muy significativo, puesto que todos los contratiempos y problemas remanentes dependen de este evento singular, único. Hamer

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Darle un lugar a la experiencia

Teniendo en cuenta lo explicado, lo menos conveniente es querer negar, evitar o evadir lo que sucede. Con toda seguridad no es lo que esperabas ni lo que deseabas que sucediera, pero en definitiva es lo que tienes delante. Cuando dejas de luchar con la evidencia y te permites aceptar, desactivas el primer criterio de los 4 descubiertos por Hamer. Ahora ¿cómo aceptar?

Aceptar es rendirte a la vida, entregarte al proceso de estar en este lugar, en este momento y en ésta circunstancia, incluyendo todo lo que trae. Tus expectativas te hacen sufrir, tus apegos te causan dolor, tu necesidad de control te lastima. Aceptar es soltar para entregarte a la vida que viene con todo su potencial.

¿Y cuándo es otra persona la que experimenta algo grave? Si un amigo (familiar, hijo, compañero) te llama para contarte una mala noticia que acaba de recibir, un diagnóstico o para compartirte algo doloroso que le acaba de suceder…. nunca, nunca, nunca, nunca le diga que no es grave, que no es importante, que no pasa nada, porque está dando lugar al tercer criterio ya que esa persona vivirá esa experiencia en aislamiento, en soledad, sin tu empatía.

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Entonces ¿qué puedo hacer ante un problema?

Ser empático. Lo mejor que puedes hacer es acompañarlo, estar a su lado preguntarle qué necesita. Dile que aunque no sabes lo que siente o no lo puedes imaginar, le agradeces que te permita acompañarlo ese momento doloroso.

No pretendas quitarle el dolor. No es posible hacer que una persona que siente un dolor profundo deje de sentirlo. Hagas lo que hagas no lo conseguirás. Entonces renuncia a esa expectativa y no prometas que estas ahí para que esté mejor. Simplemente haz que el otro sienta tu presencia y apoyo.

Permite la expresión de emociones. La empatía se basa en poder ubicarse en el lugar del otro. Si el otro sufre y le duele permítele que lo exprese. No le pidas que no llore o que no se lamente. Haz cosas para que el otro se sienta mejor pero no le impidas expresar sus emociones.

Desdramatiza el drama. Sin dejar de reconocer la gravedad e importancia del hecho, ayude a su amigo a reír. Si en un momento de profundo dolor podemos reír, la información que a nivel del inconsciente se registra cambia, algo así como: si nos reímos es porque no es tan grave. Así la persona saldrá mejor parada de ese conflicto biológico.

Sobre éste último punto será la siguiente entrada.

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